Hace unos días, unos amigos nos pedían consejo sobre qué calzado echar en las alforjas para irse de viaje con la bici quince días, y nosotros les respondimos que:
Lo importante para elegir el calzado adecuado es que éste sea capaz de proteger nuestros pies de la humedad y del viento, el resto es accesorio.
Si encontramos unas zapatillas que cubran esos dos objetivos, seguro que los pies no serán un problema durante nuestra aventura y disfrutaremos mucho más del placer de viajar en bicicleta. Y es que los pies son una parte de nuestro cuerpo que debemos cuidar mucho cuando viajamos porque, a menudo, pensamos en la ropa que nos vamos a llevar, en el equipo para cocinar, en el de dormir, pero no siempre le damos la importancia merecida al calzado y éste puede ser nuestro punto flaco si no lo elegimos adecuadamente.
La gente que habitualmente sale los fines de semana a hacer bicicleta de montaña o de carretera suele llevar zapatillas o botas de ciclismo adaptadas para utilizar las calas de sus pedales automáticos y, éste es un calzado estupendo para eso, para actividades de una o dos jornadas, pero cuando nos embarcamos en un viaje en bicicleta hay que pensar más allá y tener en cuenta los puntos siguientes:
- La versatilidad de nuestro material
- La robustez
- El peso
Y para cubrir estos requisitos no siempre las zapatillas de ciclismo son las más adecuadas.
En CicloTraveling hace mucho tiempo que nos decantamos por las botas de montaña de caña baja con membrana para nuestros viajes. Sí, estamos seguros de que más de uno se llevará las manos a la cabeza y dirá que estamos locos, pero para nosotros es el zapato perfecto porque nos permite proteger el pie del viento y de la lluvia y cuando hay que echar el pie a tierra o atravesar zonas de barro y agua, la respuesta de unas botas de montaña no te las da una zapatilla de ciclismo, toda vez que nos permite aprovechar las mismas botas que tenemos para ir a la montaña de forma habitual, ahorrándonos un dinero importante en equipamiento.
Recuerdo ahora, la primera vez que Irene se aventuró a hacer un viaje en bicicleta… Ese año nos habíamos decantado por ir a Cerdeña y empezó a llover como pocas veces habíamos visto hacerlo. Teníamos que seguir el camino pero Ire llevaba unas zapatillas de deporte normales, así que tuvimos que inventar algo:
Desde entonces, las botas de montaña nunca se quedan en casa… ¡ja, ja, ja! Qué buenos recuerdos de aquel viaje.
¿Eres partidario de las calas para viajar en bicicleta?
Es cierto que, con las botas de montaña, perdemos el uso de las calas si llevamos pedales automáticos y aquí entran en juego los gustos de cada cual. Para nosotros, el cicloturismo y el viaje en bicicleta es un placer que transcurre a un ritmo diferente del que se utiliza cuando hacemos deporte. Viajar, sencillamente, es un paseo, es una forma diferente de “caminar” pero sobre ruedas, por lo que los pedales automáticos no los consideramos realmente necesarios en estos casos.
Yo, por ejemplo, llevo unos pedales mixtos que me permiten usar las calas en salidas cortas y el pedal normal cuando viajo o llevo zapatos de vestir y me parecen la solución perfecta para mis necesidades.
Al final, como veis, los pies, al igual que le pasaba a nuestras manos sobre el manillar son partes de nuestro cuerpo que, cuando viajamos con nuestras bicicletas, permanecen en la misma posición durante mucho tiempo y, además, se ven expuestas al gran enemigo de todo ciclista, el viento y la lluvia. Un calzado que transpire es, en teoría, ideal para evitar que el pie sude en exceso, pero no hay que olvidar que tan malo es que el pie se moje como que el viento penetre y lo enfríe. Bajo nuestro punto de vista, es más relevante el tema del viento y de la lluvia que la transpiración pues, con el sudor, si éste no se enfría por el viento es raro que pasemos frío, pero en el caso contrario lo pasaremos realmente mal.
¿Cuál es vuestra experiencia? ¿Sois de los que viajáis con calas? Esperamos vuestros comentarios, amigos.
¡Buen viaje, CicloTravelers!