Después de darle algunas vueltas a nuestro destino de Semana Santa, finalmente nos decantamos por Las Landas (Francia), una extensa zona boscosa que se extiende unos 250 km por la costa suroeste del país galo que bien merece la pena visitar. Habían sido muchos los amigos que nos habían hablado de esta zona para hacer cicloturismo y viajar con los peques, pero hay que reconocer que nos ha sorprendido muy gratamente, por diversas razones:
- Un entorno precioso. La mayor parte del recorrido transcurre por zonas boscosas y, en cualquier momento, hay acceso a las innumerables playas vírgenes.
- Carriles bici prácticamente en el 100% del recorrido. Poder recorrer un paraje tan bonito sin la presión del tráfico motorizado es una maravilla. Además, durante todo el tiempo la “Vélodyssée” está perfectamente señalizada, siendo difícil perderse.
- Infraestructuras para el alojamiento. A lo largo de las Landas hay decenas de campings de 3 y 4 estrellas con unas instalaciones estupendas. Además, en la mayoría de los pueblos por los que se pasa existen albergues, hostales y hoteles.
Con solo estos tres puntos podréis imaginar que ya merece la pena hacer una visita a este precioso lugar del país vecino.
Nuestra ruta: Hendaya – Biganos (280 km)
Como siempre solemos hacer, y en esta ocasión no iba a ser menos, sólo planificamos el origen de la ruta que, después de algunas vueltas, decidimos que fuera Hendaya. El resto lo fuimos decidiendo por el camino, en función de la respuesta de los peques, del tiempo y de nuestras sensaciones en cada momento. Es más, al principio no teníamos claro ni tan siquiera si regresaríamos a por el coche pedaleando o lo haríamos en transporte público (tren, autobús, …). El caso es que, finalmente, dejamos el coche en Hendaya y echamos a pedalear.
1. Hendaya – Biarritz (32,52 km)
Sabíamos que esta parte era la que iba a presentar algo más de desnivel y así fue. Quizás sea una de las zonas más bonitas del recorrido por las preciosas vistas que se divisan desde los acantilados y por el encanto de sus pueblos, pero es cierto que cuenta con algunos tramos de subidas y bajadas que, según lo cargados que vayáis, se pueden atragantar un poco. En cualquier caso, la belleza del paisaje bien merece la pena el esfuerzo extra.
Otra pequeña pega que tiene empezar en Hendaya es que no hay continuidad en el carril bici por lo que en algunos casos se debe transitar por el arcén de la carretera y resulta algo molesto. Además, en algunos momentos se hace inevitable tener que preguntar para no despistarse demasiado. En nuestro caso, en esta primera etapa tuvimos la suerte de poder compartir pedaleo con un buen amigo que conoce la zona y nos acompañó hasta Saint Jean de Luz, cosa que nos facilitó mucho el trayecto.
La llegada a Biarritz quizás sea la parte más fea por tener que circular junto a los coches en constante subida, pero el camping nos esperaba justo a la entrada de la ciudad y fue una maravilla.
Con la primera acampada los peques empezaron a disfrutar un montón. Montar la tienda es todo un juego para ellos y la cena bajo las estrellas siempre tiene algo de mágico y especial. Aprovechar cada pequeño detalle para jugar con ellos, cada escarabajo, cada mosquito, cada pequeña flor son motivo de exploración y diversión.
2. Biarritz – Capbreton (41,81 km)
La salida de Biarritz nos resultó un poco difícil, porque dentro de la ciudad no nos supieron indicar como ir hacia Anglet por la Vélodyssée, pero finalmente dimos con el camino adecuado y en poco tiempo llegamos a Anglet y, de ahí, a Bayonne, donde comimos de maravilla y empezamos a sentir que el viaje lo impregnaba todo. Ya sentimos la libertad de viajar en bicicleta. La salida de Bayonne hacia Capbreton no fue todo lo bonita que cabría esperar debido a la presencia de una base militar que tuvimos que rodear por la carretera, pero pronto empezaría el carril bici y el paisaje cambió de golpe: bosques interminables, arena, ríos, un entorno precioso.
El camping en el que decidimos quedarnos, La Mer, estaba un poco antes de llegar a Capbreton, en Labenne pero, al ver que disponía de piscina cubierta climatizada, decidimos parar para disfrutar con los peques en el agua y fue todo un acierto, porque esa tarde lo pasamos de maravilla y los más pequeños necesitan desfogarse y tener sus momentos de esparcimiento.
Cada noche, el ritual de la cena y la conversación a la luz del camping-gas son los momentos más especiales para toda la familia. Un aura de misterio y de magia siempre rodea estos momentos que aprovechamos para hacer repaso del día y contar algún cuento con el que ir entrando en el sueño…
3. Capbreton – Lèon (48,47 km)
La noche fue algo complicada porque dormir con dos niños (1,5 y 3 años) en una tienda de campaña siempre es una caja de sorpresas y, esa noche, tocó sorpresa. En cualquier caso, a partir de Capbreton la ruta se convierte en un paseo muy agradable entre árboles, dunas y playas. En una oficina de turismo cerca de Moliets-et-Maa paramos para pedir mapas e información y nos sorprendió la amabilidad de las chicas que nos atendieron. Aunque nosotros íbamos con un mapa de carreteras Michelin, el 335 Gironde, Landes, pero los planos que te facilitan en las oficinas de turismo son mucho más detallados en relación con los carriles bici, además, hay una guía exclusiva del carril bici que por 2 € no está mal. Aquí, en Moliets-et-Maa es donde empezamos a plantearnos que una opción podría ser seguir subiendo hasta Biganos para volver en tren en vez de hacer una circular o volver por el mismo recorrido pedaleando.
Ese día, aunque se nos pasó por la cabeza quedarnos en Moliets-et-Maa por la proximidad a la playa, decidimos seguir hasta Lèon. El camping de Lèon (Punta Lago) se encuentra junto al lago de Lèon y disfrutamos un montón con los peques. Merece la pena. Es una maravilla. Además, esa noche pudimos comprar algo de comida en un supermercado y cenamos de maravilla, aunque los mosquitos se pusieron algo pesados. Una vez más, la existencia de piscina cubierta en el camping hizo que los peques y nosotros pasáramos un rato fantástico jugando en el agua.
4. Lèon – Mimizan (51,44 km)
La etapa de Lèon a Mimizan transcurrió casi en su totalidad por bosques de pinos interminables, lo que hizo muy agradable el recorrido. No sabemos todavía muy bien cómo pero nos despistamos en un momento: a la altura de la playa de Contis nos desviamos de la ruta normal y nos vimos obligados a hacer unos cuantos kilómetros de más por una carretera comarcal, pero sin mayor problema, en seguida encontramos el carril bici y la ruta continuó sin problema.
A nuestra hora habitual de comer durante el viaje, las 13:00, nos entró un hambre terrible, así que sacamos los utensilios de cocina y nos preparamos unos espaguetis con atún en medio del bosque que estaban riquísimos. En Francia la hora de comer es de 12:30 a 14:00, así que lo ideal es adaptarse a ellos.
El camping de Mimizan nos resultó muy acogedor. Además, conocimos a otra familia viajera pero, a diferencia de nosotros, ellos no iban con dos peques, sino con cuatro. Uno de 4 meses, otro de 2 años, una de 4 años y el mayor de 6 años… Alucinamos y nos encantó conocerles. Una pasada.
5. Mimizan – Biscarrosse plage (55,53 km)
Esta etapa fue una de las más bonitas porque transcurre entre estanques y lagos preciosos, que hacen el recorrido muy tranquilo y agradable. Pudimos parar a comer en un pequeño chiringuito junto al lago, donde conocimos a una pareja que viajaba en tandem y nos encantó charlar con ellos. Los ciclotravelers siempre hacemos buenas migas allá por donde vamos.
Al llegar a Biscarrosse Plage fuimos directos al primer camping que encontramos. La sensación es que estaba cerrado, pero las puertas estaban abiertas, así que preguntamos en recepción: abrían al día siguiente… Y no hubo forma de convencerles para que nos dejaran acampar, así que nos fuimos a buscar un hotel para pasar la noche. Al final, durmimos en el hotel Fosterriere, un hotelito a las afuera del pueblo muy acogedor, donde coincidimos con unos vascos que venían de Arcachon y bajaban pedaleando hasta Hendaya.
Esa noche nos dimos un paseo por Biscarrosse Plage y tuvimos la sensación de que es un pueblo de veraneo con muchos servicios orientados al turismo. Esa noche cenamos crêpes en Le Temps du Crêpes, que disfrutamos un montón, sobre todo el que escribe estas líneas que tiene pasión por las crêpes de chocolate (una debilidad).
6. Biscarrosse plage – Biganos (50,5 km)
Esa mañana nos levantamos pensando en llegar a Arcachon pero durante el recorrido, preguntando en distintas oficinas de turismo, nos dimos cuenta de que el único tren que llegaba a Hendaya era el que salía de Biganos, localidad al este de Arcachon, así que decidimos que nuestro viaje terminaría allí, en Biganos para coger el tren de regreso a Hendaya.
La ruta de Biscarrosse Plage a Biganos fue una de las más divertidas, porque en el camino paramos a disfrutar de la duna de Pyla. Una montaña de arena impresionante que, según la gente del lugar, es la duna más alta de Europa. Desde arriba pudimos contemplar unas vistas maravillosas del Atlántico y la bajada patinando sobre la arena hizo las delicias de los más peques y de los mayores.
Después de dejar la duna de Pyla atrás, pensamos que si acelerábamos el pedaleo podíamos llegar a Biaganos para tomar el tren de las 17:10 para regresar a Hendaya. Eso supondría adelantar un día el regreso y no hacer noche en Arcachon. Si llegábamos pronto, podríamos buscar alojamiento, regresaríamos a casa un día antes y tendríamos el domingo para descansar en casa antes de la vuelta al trabajo. Finalmente, así lo hicimos. Apretamos el pedaleo y conseguimos llegar a la estación de Biganos a tiempo, pero la experiencia con el tren fue algo surrealista. En el tren de las 17:10 la revisora no nos dejó subir con las dos bicis, las alforjas, el carro y los peques y nos obligó a esperar al siguiente tren, dos horas después. Aun con todo y con esto, el siguiente tren que llegó era igual que el anterior y, por un momento, creímos que no nos iban a dejar subir pero, sin dudarlo dos veces, empujamos todos nuestros bártulos al interior del tren y conseguimos embarcar a pesar de la caras de la revisora… El viaje fue una auténtica odisea, porque el tren estaba abarrotado de gente y las alforjas, las bicis y el carro estaban en la zona entre vagones donde también había gente. Una locura, pero estábamos dentro, así que solo era cuestión de tiempo llegar a Hendaya.
Conforme la gente se fue bajando en las distintas estaciones pudimos ir recolocando todo el equipaje y el trayecto se fue haciendo más confortable. En cualquier caso, llegamos a Hendaya a las nueve y pico de la noche, sin saber muy bien dónde habíamos dejado el coche. Montamos todo y pedaleando por Hendaya dimos con él, junto al hotel Bellevue. Karl, el dueño del hotel Bellevue nos echó una mano muy amablemente y nos ayudó a encontrar una pensión en Irún porque él no tenía habitaciones libres para esa noche. Además, nos regaló un cartón de leche y otro de zumo para el desayuno de los peques. Un tipo encantador y su hotel muy recomendable si vais a Hendaya.
En la pensión de Irún pudimos descansar y a la mañana siguiente pusimos rumbo a casa después de una semana inolvidable por las Landas francesas.
Si queréis los tracks de nuestra ruta os los podéis descargar pinchando: aquí
Fotos
- A la llegada a Hendaya
- Disfrutando de la playa de Hendaya
- Hendaya
- Corriendo por la playa
- Hendaya
- Diálogos entre madre e hijo
- Disfrutando de la playa de Hendaya
- Jugando en la playa
- Al amanecer
- Listos para empezar a pedalear
- Primera para en el Castillo de Abbadie
- Primera para en el Castillo de Abbadie
- Castillo de Abbadie
- Castillo de Abbadie
- Vistas desde Castillo de Abbadie
- Un alto en el Castillo de Abbadie
- Vistas desde Castillo de Abbadie
- Buscando florecitas en el Castillo de Abbadie
- Vistas desde Castillo de Abbadie
- Tan ricamente…
- Las primeras rampas al salir de Hendaya
- Saint Jean de Luz
- Saint Jean de Luz
- Llegando a Saint Jean de Luz
- Conocemos ciclistas en Saint Jean de Luz
- Todo es exploración
- Todo es juego
- Disfrutando de las vistas
- Empiezan los carriles bici
- Y las rampas
- A tope
- Los primeros atardeceres en Biarritz
- Los primeros atardeceres en Biarritz
- Paseo por la playa de Biarritz
- Playas preciosas
- Atardecer dorado
- Jugando en cualquier lugar
- Recolectando bellotas
- Saliendo de Biarritz
- Las vistas merecen la pena
- Casas impresionantes
- Haciendo amigos
- Llegada a Bayonne
- Paseo de Bayonne
- Carriles bici en Bayonne
- Caminos entre el bosque
- Bosques preciosos
- Los peques, los que mejor van
- Un alto en el camino
- Fuego de campamento
- Fuego de campamento
- Erizos nocturnos
- Desayunando
- Preparando todo para salir de nuevo
- Preparando todo para salir de nuevo
- Preparando todo para salir de nuevo
- Dándole a los pedales
- Cantando y disfrutando del viaje
- La afición a la bici es fantástica
- El paisaje es precioso
- La pareja viajera
- Los bosques de pinos se suceden
- Los ríos dan vida
- Pasillo vegetal
- Montando el campamento
- Grandes ayudantes
- Lo dan todo por ayudar
- El descanso de los guerreros
- Ahora toca jugar
- Paseo por el lago de Lèon
- Observando el horizonte
- El lago de Lèon
- Parque junto al lago de Lèon
- Aprovechamos para aprender
- Aprovechamos para aprender
- Agua dulce y fresquita
- Recolectando bellotas
- Las bellotas dan mucho juego
- Asomado al carro
- Haciendo la cena
- Los pinches haciendo la cena
- Desayunando…
- Los pinos se alzan hasta
- Un alto para comer
- Un alto en el bosque
- Los peques duermen…
- Consultando la documentación
- La reina de CicloTraveling
- La Emprendedora y su nuevo remolque
- Atravesando bosques
- Jugando con la arena
- Jugando con la arena
- Parecía Tarifa del viento que hacía
- Solo había surferos
- Carriles bici interminables
- Familia viajera con 4 hijos
- Niña de 6 años
- Los niños llevan sus cosas
- Listos para salir
- Alto para disfrutar del paisaje
- Alto para disfrutar del paisaje
- Alto para disfrutar del paisaje
- Lago por el camino
- Jugando durante la comida
- Parejas viajeras
- Parejas viajeras
- Jugando en la comida
- Venga, que nos vamos
- Subiendo a la duna de Pyla
- Duna de Pyla
- Duna de Pyla
- Duna de Pyla
- Duna de Pyla
- Paisaje desde la duna de Pyla
- Paisaje desde la duna de Pyla
- La familia CicloTraveling
- CicloTraveling
- Patinando sobre la duan
- Jugando en la duna
- Irene y Miguel bajan andando
- La reina de CicloTraveling
- Irene
- Nuestras compañeras en el tren
- La familia CicloTraveling antes de embarcar rumbo a Hendaya
Conclusiones
Si queréis disfrutar de un entorno precioso, de playa, de buen tiempo y de carriles bici interminables, no lo dudéis, Las Landas es un destino estupendo. Para iniciarse con el cicloturismo con los más pequeños es perfecto por la riqueza natural y la tranquilidad de todo el itinerario.
Si queréis más información, no dudéis en preguntarnos que con mucho gusto os aclararemos todas las dudas que os puedan surgir.
¡Nos vemos en los caminos CicloTravelers!