Crónicas de un viaje en bicicleta con tres niños
Durante el viaje en bicicleta que realizamos en agosto de 2017 con nuestros tres hijos pequeños (6, 5 y 1,5 años) fuimos escribiendo unas pequeñas crónicas diarias. Todas ellas las subimos puntualmente a la página que CicloTraveling tiene en Facebook.
Ahora, después de unas semanas de aquel maravilloso viaje hemos querido dejar aquí una reproducción de las mismas para que cualquiera pueda volver a revivir lo que fueron aquellos días de aventura cicloviajera en familia.
Esperamos que os gusten y las disfrutéis tanto como nosotros lo hicimos escribiéndolas.
Si además de estas crónicas queréis conocer más detalles sobre nuestro viaje podéis visitar el artículo: En bicicleta por Bélgica y los Países Bajos con tres niños
Etapa 01 – De Gante a Ruddervoorde (55,4 km)
¡¡Qué decir de la maravillosa Gante!! Después de 14 años sin pisar sus calles regresar a ella acompañado de mi familia y de mi gran amigo Dieter Vanneste ha sido fantástico. Una vuelta a mis años de Erasmus…
La primera etapa de nuestro viaje empezaba aquí, en Gante, y ha transcurrido por interminables carriles bici perfectamente señalizados. Canales, bosques y paisajes preciosos. Después de 55,39 km bajo la lluvia hemos llegado a casa de Isabelle y su familia quienes nos han recibido como si nos conocieran de toda la vida (hospitalidad warmshowers).
Los peques enseguida han hecho buenas migas con sus tres hijos. Mañana pondremos rumbo a Vlissingen, Países Bajos, no sin antes visitar Brujas. La ciudad de los cuentos de hadas.
¡Buenas noches cicloviajeros!
Etapa 02 – De Ruddervoorde a Vlissingen (72,4 km)
Tras despedirnos de Isabelle y su familia con un agradecimiento enorme por su inmensa hospitalidad, la segunda etapa de nuestro #viajeporbélgicayholandaenbici empezó con un sol espléndido.
A Brujas llegamos sobre las 12:00 y hay que decir que nos decepcionó. Si bien es una ciudad muy bonita, el exceso de turistas le ha quitado todo el encanto. Lo mejor del día fue llegar al mar de golpe, casi sin esperarlo, y seguir descubriendo un país maravilloso para recorrer en bicicleta. Es todo taaaan perfecto que hasta asusta, ¡¡jejeje!!
Bueno, por el camino una ciclista española nos reconoció… “vosotros sois la familia rampimundi” -nos dijo- Íbamos en sentidos contrarios y no nos dio tiempo a pararnos. Pero nos hizo muchísima ilusión.
La llegada a Vlissingen en Ferri siempre es un atractivo para los más pequeños. Ellos disfrutan casi con cualquier cosa. En esta pequeña ciudad nos esperaba Froukje, una persona encantadora que nos abrió su casa de par en par. En el mismo Warmshower pudimos conocer a Nacho, un mexicano muy majo que hizo muy buenas migas con los niños. Venía viajando desde Dinamarca.
En fin, ahora toca descansar y recuperar fuerzas para mañana que hoy finalmente hicimos 72,37 km (a los que hay que quitarle unos 5 del Ferri porque no paramos el GPS).
¡Hasta la próxima CicloTravelers!
Etapa 03 – De Vlissingen a Burgh Haamstede (51,3 km)
El día comenzó con un desayuno espectacular a cargo de nuestra maravillosa anfitriona Frokje. Frutas, bollitos, pan recién hecho, cereales,… vamos, todo lo que un cicloviajero necesita para darle a los pedales.
Esa noche, cuando nosotros ya dormíamos, llegó a la casa Claudia, una “granaina” afincada en Bruselas que iba de viaje con una amiga Danesa, Julie. Así que en el desayuno nos juntamos unos cuantos a la mesa. Nada como compartir experiencias y conocer gente nueva.
Parte de la ruta la hicimos con Nacho, el mexicano, Claudia y Julie pero luego nos separamos. Pues cada uno llevaba ritmos diferentes. Viajar pegados al mar ha sido una verdadera gozada. Todo el camino lo hicimos siguiendo las indicaciones de la “LF-1b Noordzeeroute” y pudimos disfrutar de un mar espectacular a la vez que atravesábamos bosques con un encanto muy especial. Y todo ello sin salirnos de los infinitos carriles bici de la región de Zeeland. Estos pasan hasta por encima de los famosos “Polders” o diques. Unas obras de ingeniería faraónica para controlar las subidas del mar, las cuales, en el pasado, se cobraron un gran número de vidas humanas.
La cantidad de bicicletas con las que nos hemos cruzado hoy ha sido alucinante. Viajando no hemos visto demasiados cicloviajeros pero paseando y haciendo rutas de un día a miles. Lo que sí que hay que decir es que hasta en los Países Bajos llama la atención nuestro súper trailer y eso es mucho decir porque aquí se aprende antes a montar en bicicleta que a andar.
En fin, finalmente después de haber sufrido las inclemencias del tiempo con viento en contra y lluvia intermitente hemos acampado en un mini camping en Burgh Haamstede (15€) y nos hemos dado un merecido homenaje en el único restaurante de la zona para probar los famosos mejillones de esta región. Si bien es cierto que están muy ricos, hay que decir que como los gallegos nada de nada.
Pues eso ha sido todo. Mañana más y mejor. A descansar cuerpo y alma. ¡Hasta pronto CicloTravelers!
Etapa 04 – De Burgh Haamstede a Brielle (61,4 km)
Quizá esta haya sido la etapa que mejor tiempo nos ha hecho en los Países Bajos desde que llegamos. Después de una noche lloviendo de forma casi constante, ver amanecer con un sol radiante es toda una bendición. De hecho, la tienda la pudimos secar casi totalmente antes de empaquetarla.
¡Cómo se saboean las cosas sencillas de la vida cuando no las tienes!
Salimos de Burgh Haamstede algo más tarde de lo normal por hacer algo de compra de comida y porque simplemente estábamos cansados de no haber dormido mucho con el peque de la casa… a las 6 de la mañana estábamos Álvaro y un servidor viendo los caballos del camping con los ojos todavía pegados. El objetivo era dejar al resto del equipo descansar hasta una hora decente (las 8).
En cualquier caso, el día soleado llenó de color todo el recorrido. Los matices del mar y el verde de los campos parecieron brotar de repente. Nuestras amigas Claudia y Julie hicieron un trayecto similar al nuestro pero llegando hasta Rotterdam. Una campeonas, sí señor.
Hoy no teníamos ni idea de donde íbamos a dormir así que queríamos llegar a algún sitio a una hora prudente. Pensábamos que Maasluis sería un buen fin de etapa pero solo de ver el mapa y pensar en como atravesar todo el lío de canales y puentes que teníamos por delante nos hizo cambiar de opinión. Finalmente nos decantarnos por Brielle, un pueblo precioso que nos ha regalado un camping fantástico junto a una marina repleta de canales y barcos de recreo.
Hemos podido descansar de la jornada bajo una ducha reparadora y los enanos han jugado como lobeznos desbocados. Creo que necesitaban estirar las piernas y correr. Ahora todos duermen ya y a mi se me cierran los ojos… así que hasta la próxima crónica ciclotravelers.
Etapa 05 – De Brielle a Scheveningen (45,5 km)
La etapa de hoy fue de las que te ponen a prueba en cualquier viaje.
Después de amanecer lloviendo en el camping sabíamos que íbamos a tener que recoger todo mojado y eso nunca es plato de buen gusto. Además, todos los esfuerzos por buscar un alojamiento para el día siguiente en la zona de Katwijk no estaban dando sus frutos. No había camping en la zona, que nosotros supiéramos, y los 9 Warmshowers a los que habíamos pedido hospedaje no estaban dando el resultado esperado. Encima, los AirBnB y alojamientos de Booking estaban completos en Katwij y alrededores.
A las 11:00 teníamos todo recogido, mojado, pero recogido y estábamos dispuestos a partir. Seguía lloviendo y los ánimos estaban un poco bajos por la impotencia de no saber dónde íbamos a dormir esa noche. El cansancio acumulado del viaje por los kilómetros recorridos y sobre todo por “dormir” con un bebé de 17 meses al lado cada noche estaba pesando esa mañana.
El recorrido, además, quizás haya sido el menos atractivo de los días que llevamos pedaleando por Bélgica y los Países Bajos. Atravesar la zona portuaria de Rotterdam es alucinante por lo increíblemente grande que es y por lo ordenadito que lo siguen teniendo todo en este país. Pero no deja de ser una zona industrial y, si le sumas el cielo gris, pues la postal no es la más bonita para la retina.
La etapa, una vez que se encara la dirección norte junto a la costa, mejora mucho porque se puede ver el mar y el carril bici transita protegido por una gran duna que evita el viento, aunque sea de cola. El problema del día, conforme avanzábamos era que no teníamos ni idea de dónde íbamos a dormir. El tiempo se nos echaba encima así que decidimos quedarnos un poco antes de Katwijk para buscar un lugar bajo techo… pero no iba a ser fácil.
En Scheveningen no había ni un camping, ni un Bed & Breakfast, ni un hostal, ni un hotel con plazas libres. Eran las 19:00 y ahí estábamos los 5, preguntando a cada persona que encontrábamos por la calle por un lugar donde pasar la noche. Finalmente, en un hotel Ibis logramos encontrar una habitación por 225€. Si es caro o barato depende de la necesidad que tengas tú en ese momento. Lo mejor es que pudimos secar la tienda, ordenar las alforjas y hasta ver un castillo de fuegos artificiales que hizo las delicias de los peques porque lo lanzaron desde el mar y se veía genial desde la playa.
Además, esa misma noche recibimos la invitación de nuestra amiga Monique para hacer etapa al día siguiente en su casa de ¡¡¡¡Ámsterdam!!!! Nuestra idea era seguir por la costa pero como no hay nada planeado de antemano, el viaje se escribe a cada pedalada que damos. Mañana podremos recordar aventuras del Camino de Santiago que hicimos juntos uniendo Lorca (Murcia) y Santiago de Compostela hace ya una pila de años (en 1998).
En fin, bien está lo que bien acaba, ¿no creéis? Lo importante es nunca perder la perspectiva de saber que siempre hay una solución porque hasta dormir resguardados en algún lugar hubiera sido posible. Con peques se complica pero no pasa nada por pasar una mala noche.
Ya veis ciclotravelers, cada viaje en bicicleta es como la vida, te va enseñando y poniendo a prueba para que valores cada instante que te regala.
Seguimos pedaleando… hasta la próxima crónica del viaje.
Etapa 06 – De Scheveningen a Ámsterdam (65,8 km)
Después de la tormenta siempre viene la calma y, lo mejor, siempre sale el sol. Si la etapa de ayer nos puso a prueba, la de hoy ha sido una delicia. En el hotel recuperamos fuerzas y el solo hecho de saber que al final del día llegaríamos a Ámsterdam nos mantuvo todo el tiempo con el ánimo por las nubes.
El sol nos acompañó, como uno más del equipo, hasta la ciudad de los miles de canales a través del Parque de las Dunas y de rectas ciclables infinitas. Aunque la noche de antes estuvimos planificando por dónde transcurriría la etapa de hoy con la web: http://fietsnet.be/routeplanner/default.aspx, a mitad de camino tuvimos que modificar un poco el itinerario para entrar a Ámsterdam por el parque Vondelpark ya que allí nos estaría esperando Monique, nuestra amiga y fantástica anfitriona.
La llegada a Ámsterdam por la periferia nos mostró una ciudad mucho más tranquila de lo que luego es todo el centro. Grandes avenidas, parques, pequeños canales y carriles bici interconectados por todos sitios nos llevaron a la locura de una gran ciudad plagada de bicicletas que nos pasaban por encima y por debajo sin muchas contemplaciones.
Al ser domingo había muchísima gente de un lado para otro y resultaba hasta un poco agobiante circular con nuestro trailer por la ciudad. A primera vista pudimos percibir como los carriles bici ya se están quedando pequeños para el ingente número de usuarios que los utiliza. Pero aún así es una maravilla ver como la bici ha ganado la batalla a los coches.
El encuentro con Monique en Vondelpark nos hizo especial ilusión porque no nos veíamos desde el año 2010. Charlamos animosamente por el camino a su casa y una vez allí hicimos encaje de bolillos para acoplar todo nuestro trailer en su piso (no es para menos). Las bicicletas grandes las llevamos a un parking cercano a su casa donde iban a estar más seguras que en la calle por a penas un euro al día. Ducha y cena por el barrio de nuestra anfitriona. Y después de un pequeño susto al pensar que el que escribe estas líneas había perdido las llaves de la casa pudimos irnos a dormir.
Los ojos literalmente se nos cerraban tras un día de tantas emociones. Y mañana… mañana toca una merecida etapa de descanso en Ámsterdam. Aprovecharemos para hacer la colada, que estamos bajo mínimos con tanta lluvia, y recorreremos con los peques esta ciudad llena de encanto.
Os seguimos contando las aventuras y desventuras de nuestro viaje en bici por Bélgica y Holanda.
¡Hasta la siguiente crónica CicloTravelers!
Etapa 07 – Ámsterdam (0 km)
Hoy tocaba descansar en Ámsterdam. Lavar la ropa en una lavandería con secadora era clave para disponer de mudas limpias. Había que comprar comida para los días siguientes, visitar esta ciudad maravillosa y, sobre todo, jugar.
Los viajes en bicicleta con niños requieren de muchos momentos de esparcimiento para ellos. Aunque se adaptan a todas las situaciones que se van dando y la bicicleta da pie a fantásticas conversaciones relajadas y a un montón de juegos (construcción de cuentos, narración de historias, veo-veo, explicaciones científicas varias, etc) ellos necesitan parar y hacer su propio juego. Así que esta parada en el camino ha sido clave para todos.
En casa de Monique pudimos relajarnos y hacer todo lo que necesitábamos. La mañana la dedicamos a los temas de logística, a hacer puzzles y a jugar con los peques en el parque. Comimos con horario holandés a eso de las 12:30 y nos echamos, los cinco, una siesta española de esas que reconfortan a toda la familia.
A las 15:30 estábamos todos listos para visitar Ámsterdam con las pilas a tope. En cinco minutos de tranvía estábamos en Waterlooplein, en pleno centro. Un sol espléndido sin casi una nube nos mostró una ciudad preciosa. Sus canales y sus casas alargadas hacia el cielo de diferentes formas y colores parecían ordenadas en caótica armonía. Centenares de barcos curiosamente decorados con plantas y todo tipo de enseres reposaban atracados a los lados de los canales. Las calles desprendían un olor a vida bohemia y cosmopolita en dónde las bicicletas son un elemento esencial del paisaje. Parejas y grupos de amigos disfrutaban de la tarde sentados al borde de los canales. El conjunto, al final, dibuja una urbe muy especial y llena de encanto.
Nosotros decidimos recorrer la ciudad a bordo de uno de los muchos barcos turísticos que recorren los canales a todas horas. Los chicos disfrutaron muchísimo con la experiencia y la emoción de montar en barco. Y pudimos recorrer los puntos más bonitos de la ciudad en casi dos horas de navegación.
La anécdota de la tarde sucedió cuándo el pequeño de la familia, Álvaro, lazó la chaqueta de su padre por la borda… todo el barco tuvo que parar para proceder a pescarla con el consiguiente disfrute de sus hermanos, ¡¡jajaja!!
Y así ha sido nuestra etapa de descanso. Mañana toca emprender el camino hacia el norte donde ya nos espera una familia warmshower que nos dará cobijo.
Así que nuestro próximo destino es: Berkhout. Luego nos dirigiremos hacia al extremo de Noord-Holland desde donde trataremos de cruzar hasta la región de Friesland.
¡Un saludo a todos y os seguimos contando CicloTravelers!
Etapa 08 – De Ámsterdam a Bobeldijk (47,6 km)
Después de disfrutar de Ámsterdam y de la compañía de nuestra amiga Monique, tocaba continuar el viaje. Ésta nos ayudó a preparar todo nuestro convoy sobre ruedas y luego nos acompañó hasta la salida de la ciudad donde nos despedimos de ella con ganas de volver a verla pronto. Quizás por España.
Si el día anterior el sol había sido el protagonista de nuestro paseo en barco por los canales, hoy iba a ser de nuevo la lluvia. Prácticamente toda la etapa estuvo lloviendo pero el cuerpo y el alma ya estaban aclimatados al viaje y pedalear bajo la lluvia no deja de ser una rutina más del día a día.
La ruta de hoy se preveía cortita, así que la realizamos relajados disfrutando de usos paisajes interiores muy bonitos. Grandes extensiones de campo con muchos animales como vacas, caballos, ponis, garzas, ocas y hasta cabritas hicieron las delicias de los peques. En un momento dado decidimos tomar el camino de la costa aunque eso implicara unos pocos kilómetros más. La decisión parece que fue la acertada porque las vistas sobre el mar fueron fantásticas.
Esta zona es mucho menos turística y eso lo agradecemos todos. La llegada a Bobeldijk la hacemos a la hora acordada con nuestros anfitriones warmshowers. Gonnie y Teun, una pareja de cicloviajeros encantadora que han recorrido en bici y a pie medio mundo.
En el momento de nuestra entrada a la casa ellos parecen estar con una visita así que nos presentamos y saludamos a todos los presentes. Una señora mayor con aire sonriente se queda encantada con mi nombre… resulta que es una persona con Alzheimer que va visitando a diversos vecinos dentro de un programa de voluntariado y al oír el nombre de Fernando le viene a la cabeza el bonito recuerdo de la canción de Abba y se emociona. Sin lugar a dudas un momento muy entrañable por todo lo que significa.
Tras ducharnos, Gonnie y Teun nos tenían preparada una cena deliciosa a base de pasta y Pannekoeken (crepes). ¡¡Cómo no enamorarse de ellos, jejeje!! Álvaro coge al instante mucha confianza con Teun y Ángela y Miguel no paran de jugar hasta que el sueño les atrapa.
Antes de acostarnos nos dan todo tipo de consejos y nos recomiendan evitar la carretera del dique que cruza a Friesland por ser 31 km de carril bici junto a la autovía E22. Aunque es un reto cruzar por esta obra de ingeniería marítima creemos que merece la pena hacerles caso y seguramente mañana nos iremos hacia el este para tomar un ferri desde la localidad de Enkhuizen hasta Stavoren. Desde allí seguiremos camino hacia el noreste de Friesland para visitar toda esta región de la cuál todo el mundo nos ha hablado maravillas.
Intentaremos alojarnos en un camping/granja que nos han recomendado. En fin, mañana os contaremos cómo se nos ha dado el cambio de planes.
¡Un saludo CicloTravelers!
Etapa 09 – De Bobeldijk a Nijhuizum (66,7 km)
Hoy hemos dormido calentitos aunque Álvaro ha dado un poco de guerra de madrugada. Despertar cuando amanece es una de esas cosas sencillas de la vida que adoro de los viajes en bicicleta y en este país que no son muy amigos de las persianas es casi una obligación.
Antes de que Gonni se marchara a trabajar pudimos darnos un gran abrazo de despedida. Sabemos que a ella y a su marido Teun los volveremos a ver porque la conexión entre nosotros ha sido fantástica. Qué grandes personas y qué grandes viajeros.
El desayuno que nos tenía preparado Teun fue sencillamente genial. Perfecto para empezar la jornada con las reservas de energía a tope. No pudimos entretenernos demasiado porque debíamos tomar un ferri a las 12:30 en el puerto de Enkhuizen. Así que a las 9:30 estábamos con los bártulos cargados en nuestras máquinas de dos ruedas dispuestos a continuar con nuestro viaje.
Teun nos acompañó los primeros kilómetros. Con su maravillosa sonrisa y energía nos despidió con un “¡nos vemos en España!”.
La etapa de hoy iba a ser tranquila porque finalmente hicimos caso a nuestros amigos warmshowers y decidimos cruzar a Friesland en ferri. La llegada al puerto de Stavoren es muy bonita. Muchos barcos veleros atracados, casas de colores muy vivos y un sol que cuando decide aparecer te da la vida.
Todo el recorrido por esta primera parte de Friesland estuvo condicionado por el camping en una granja al que queríamos llegar y por la recomendación de nuestro amigo Dieter Vanneste de visitar la localidad de Hindeloopen, la cuál nos pareció preciosa.
Las sensaciones en esta parte de Los Países Bajos es que la gente vive muy relajada y tranquila. Todo el mundo te sonríe y te pregunta por el viaje, por España y, sobre todo, por el trailer que llevas detrás. Campos verdes, un montón de animales y mucha agua por todas partes.
Buscando el camping-granja con la aplicación que nos facilitaron Gooni y Teun llegamos a un punto en el que un canal con un pequeño embarcadero nos impedía cruzar al otro lado. Justo donde en teoría estaba el camping. Un extraño botón parecía estar ahí para ser pulsado y como eso es algo que jamás he podido evitar (algunos lo saben bien) pues lo pulsé… ¡y voilá! Como por arte de magia una sonriente señora con un pequeño barco cruzó desde el otro lado solo para recogernos. ¡Este país es fantástico!
Efectivamente, el camping-granja estaba al otro lado y lo mejor de todo es que estaba lleno de cosas para niños. Así que nuestras tres fieras pudieron sacar toda la energía retenida que llevaban dentro y disfrutar de lo lindo. Un camping sencillo pero en un entorno precioso. Por 16€/noche no necesitábamos nada más.
Ahora que todo el equipo duerme hace ya rato, solo me queda meterme en el saco y desearos buenas noches a todos los CicloTravelers que nos estáis siguiendo y animando en esta aventura en familia por Bélgica y los Países Bajos.
Gracias a todos porque es fantástico sentiros tan cerca. ¡Hasta la próxima crónica!
Etapa 10 – De Nijhuizum a Oosterwolde (77,2 km)
Amanecimos en en camping-granja de Nijhuizum con un día encapotado que amenazaba lluvia. Y, efectivamente, antes de que pudiéramos desmontar la tienda ya estaba cayendo agua del cielo. A los peques los tuvimos que refugiar en los baños y yo traté de recoger todo a la mayor velocidad posible. ¡Qué poco me gusta guardar la tienda mojada en las alforjas!
Desayunamos a cubierto en los baños y decidimos, sobre la marcha, que necesitábamos un techo para la siguiente noche para poder secarlo todo. Varios warmshowers a los que habíamos solicitado alojamiento no podían acogernos así que tuvimos que tirar de hostal. Encontramos uno en la localidad se Oosterwolde, a unos 70 km de donde estábamos y no nos lo pensamos.
La etapa comenzó con lluvia y terminó con lluvia. 75 km sin parar de llover salvo escasos tramos del recorrido se hicieron algo pesados pero saber que esa noche íbamos a dormir en cama yo creo que nos mantenía con el ánimo bien arriba. Aunque con el cielo gris los paisajes esconden sus colores, lo cierto que la atmósfera que se crea es muy bonita. En esta zona del país todo va a otro ritmo. Hay menos gente en los pueblos, casi no encontramos turistas y durante muchos momentos somos los únicos que transitamos por los carriles bici.
Empezamos a dejar atrás los grandes campos de maíz y pastos con centenares de vacas de leche para toparnos con unos bosques muy bonitos de robles. Atravesarlos en bicicleta y lloviendo tiene mucho encanto y da pie para contar historias de animales que a los niños les entusiasman.
Los tres grumetes de la casa nos están sorprendido muy positivamente en relación con las etapas de lluvia. Era una incógnita saber cómo iban a reaccionar cuando nos lloviera durante cuatro horas de ruta. Y ha sido fantástico, lo han asumido como si fuera lo más normal del mundo. En el fondo lo es, pero en nuestros viajes anteriores con ellos no habíamos tenido que hacer frente a tanta agua.
Esto demuestra que si tu le das naturalidad a las cosas, ellos se adaptan y aprenden a disfrutar de las dificultades porque siempre hay algo bueno que aprender de cada situación.
Los últimos 20 km del día fueron preciosos junto a un canal que parecía no tener fin. Llegamos bastante tarde al hotel de Oosterwolde (19:30) pero mereció la pena.
Con esta etapa larga tenemos el primer objetivo del viaje, llegar a Groningen, a escasos 40 km. Así que mañana haremos nuestra entrada triunfal a la ciudad. Allí nos espera una familia que nos va a dar alojamiento y mi tía Silvia a quien hace mucho tiempo que no veo pero a quien tengo un cariño muy especial.
Ahora toca ir a dormir, que mañana llegamos a Groningen… ¡¡qué ilusión nos hace!! ¡Hasta mañana CicloTravelers!
Etapa 11 – De Oosterwolde a Groningen (38,7 km)
Despertamos en el hotel de Oosterwolde recuperados de la etapa anterior y con la ilusión de saber que hoy lograríamos ese objetivo inicial de unir las ciudades de Gante y Groningen. Dos ciudades que para mí tienen un significado especial ya que en Gante estudié, crecí y aprendí a vivir junto a un montón de amigos fantásticos. Y Groningen es la primera ciudad europea que visité fuera de España cuando tenía a penas 10 años para visitar a mi tía Silvia.
Al final, unir ambas ciudades no era más que una excusa cualquiera para viajar. Porque los viajes en bicicleta son todo lo que te sucede entre el origen y el destino: las personas que conoces, las que te ayudan y las que, sin saber muy bien por qué, se te acercan y te sorprenden sacándote una simple sonrisa.
Los viajes en bici son todas las situaciones a las que te enfrentas cada día y de las que aprendes sin darte ni cuenta.
La etapa de hoy fue quizás las más tranquila y relajada de las que hemos hecho hasta ahora. Habíamos quedado con nuestros anfitriones en Groningen, Gijs y Johanna, que llegaríamos sobre las 16:30. Así que teníamos tiempo de sobra por delante para hacer los escasos 40 km hasta nuestro destino. La climatología quiso regalarnos una tregua para este día tan especial.
Aprovechamos para disfrutar con los peques de largas conversaciones, historias y juegos. Irene empezó a contarles en Ámsterdam la historia de Anna Frank y unos cuantos días de viaje después siguen tan emocionados que le piden, una y otra vez, que se la vuelva a contar. De hecho, han empezado a escribir su propio diario de viaje, jejeje.
Como había roto-doblado-deformado irreparablemente la pata de cabra de la bicicleta el día anterior, durante el camino fuimos preguntando en diversas tiendas por una nueva. Pero no fue hasta Norg que dimos con un taller que nos proporcionó una capaz de soportar el peso que llevamos (creo que no hay pata que realmente aguante tanto peso durante mucho tiempo, pero bueno…). Y es que uno no sabe lo que necesita una pata de cabra hasta que la pierde, ¿verdad?
Con todo, la etapa del día nos dio para alucinar con la perfección de las granjas de vacuno que hay a lo largo de todo el camino. Más que granjas aquí son casas rurales. Están todas impecables. Da la sensación de que la lluvia que no cesa deja todo limpio como una patena.
En fin, después de una etapa muy bonita por bosques y caminos rurales, a la hora convenida estábamos entrando a Groningen atravesando el parque de Hoornsemeer. Su lago espectacular parecía que nos estaba esperando para poner la guinda al día. Al otro lado del parque y después de callejear un poco dimos con la casa de Gijs y Johanna. Una pareja encantadora que nos acogió con la hospitalidad que caracteriza a los warmshowers.
Después de la ducha de rigor preparamos una cena de esas que ya echábamos de menos y tras acompañar a Ángela y a Miguel en la escritura de sus diarios nos fuimos a dormir.
Mañana toca recorrer Groningen con la familia y preparar la ruta de regreso hacia Gante, en lo que será la segunda fase de esta pequeña aventura en familia: el interior de los Países Bajos.
¡Os seguimos contando CicloTravelers!
Etapa 12 – Groningen (0 km)
Hoy tocaba día de descanso en Groningen. Pasear por la ciudad, disfrutar de la familia y empezar a pensar en la ruta de del día siguiente.
Amaneció amenazando con un día pasado por agua pero a medio día las nubes se dispersaron y salió el sol. En la plaza Grote Market nos estaba esperando la tía Silvia. Nos sentamos con ella en el Poffertjes Kaam, un lugar donde hacen los mejores poffertjes que hemos probado nunca. Unas tortitas parecidas a los crepes pero más esponjosas y hasta arriba de azúcar glass. Una verdadera delicia. Nos pusimos morados… pero es que estaban taaaaan ricas. Para bajar las poffertjes fuimos a recorrer la ciudad. Paseamos por calles peatonales con un encanto muy especial. Comercios de diferentes nacionalidades convierten la ciudad en un lugar donde la diversidad cultural convive y es fuente de riqueza. Al ser sábado la gente paseaba relajada disfrutando de los mercadillos de flores y los puestos de ropa.
Tras el paseo caminamos hasta casa para comer con la familia, y sobre todo, para conocer al pequeño Jordi. Charlamos sobre tiempos pasados recordando bonitos momentos con seres queridos que nos dejaron pero que seguimos teniendo muy presentes y quedamos en volver a vernos en breve en España.
De vuelta a la casa de nuestros warmshowers pasamos por el supermercado para comprar la cena. Esta noche cocinamos nosotros. Una suculenta ensalada con lechuga, tomate, mozzarella, zanahorias y aceitunas al centro y una tortilla de patatas con cebolla a cargo de Ire que hizo las delicias de todos los comensales. Creo que conseguimos dejar el pabellón de la alta cocina española a buen nivel, jejeje.
Intercambiar, ofrecer lo que uno sabe, tiene o conoce con los demás es parte de nuestra filosofía cuando viajamos en bicicleta. Por eso nos encanta alojarnos en casa de gente local. Nos permite compartir lo que somos y aprender de los otros. Antes de irnos a dormir pudimos mantener una agradable charla con Gijs y Johanna y diseñamos la ruta a seguir mañana. En principio, el destino será la localidad de Havelte, a unos 60 km al sur de Groningen. Dependerá de que nos acojan unos warmshowers que todavía no han respondido a nuestra petición, de que finalmente decidamos ir a un camping o de que algo o alguien nos haga cambiar los planes.
Mantener un punto de incertidumbre es parte de la esencia de nuestro viaje. Lejos de asustarnos hasta nos gusta. En cualquier caso lo que sí que ocurrirá mañana es que comenzaremos a bajar hacia Gante para descubrir el interior de los Países Bajos a golpe de pedal.
Y después de escribir con los peques su diario toca irse a descansar… ¡Hasta mañana CicloTravelers!
Etapa 13 – De Groningen a Smilde (61,0 km)
Una lluvia más fuerte que de costumbre nos dio los buenos días. Así que pronto empezamos a hacernos a la idea de que hoy iba a tocar mojarse un poco.
Recogimos todo nuestro equipaje mientras los peques se relajaban en la sala de estar jugando con Kittie, el gato de Gijs y Johanna, escribían en sus respectivos diarios y veían unos dibujos en Dutch. Desayunamos lo que habíamos comprado el día anterior y, algo más despacio que de costumbre, montamos todo en nuestro trailer de bicis. Sin embargo, cuando ya nos íbamos a despedir de nuestros amables anfitriones nos dimos cuenta de que Álvaro se quejaba mucho y no quería sentarse en el remolque. Al mirar lo que pasaba resultó que tenía muy irritado el culete. Lo tenía como un tomate y le dolía mucho.
Los cambios de agua, de alimentación y la vida nómada que llevamos le han afectado un poco. E ir todo el día sentado tampoco ayuda, la verdad. En fin, eran ya las 10:30 pasadas, estaba lloviendo, al pequeño Álvaro no había quien lo sentara en el carro (pobrecito mío) y encima era domingo. Lo único que podíamos hacer era buscar una farmacia de guardia pero no iba a ser fácil.
La primera que encontramos estaba cerrada y el cartel de la puerta no había quien los descifrara. Sin embargo, estando allí se nos acercó un hombre y sin que nosotros le preguntáramos, amablemente nos indicó que debíamos ir a una que había en el centro, junto al hospital universitario ya que era 24 horas.
Para allá que nos fuimos con todo bajo una lluvia torrencial… nuevamente la buena fortuna hizo que la farmacéutica nos viera desde dentro de la farmacia y saliera a echarnos una mano. Su poquito español fue de mucha ayuda. Tras hablar con mi madre por teléfono (es pediatra) necesitábamos comprar una crema con corticoide pero sin receta no podían dárnosla. Sin embargo, la farmacéutica, que quería ayudarnos como fuera nos dijo que si mi madre mandaba un mail a la farmacia con su número de colegiada ella nos facilitaba la crema. ¡Y eso hicimos!
Está claro que cuando las personas estamos dispuestas a ayudarnos entre nosotros todo es posible.
Con la crema la irritación de Álvaro mejoró muchísimo y muy rápido así que sobre las 12:30 estábamos listos para poner rumbo hacia el sur… La etapa de hoy nos iba a traer algunas dificultades porque después del comienzo accidentado y una fuerte lluvia, el viento de cara no puso las cosas nada fáciles.
Además, Ire hoy no se encontraba muy bien. Le fallaban las fuerzas y estaba un poco casada. Aflojamos el ritmo y continuamos poco a poco. Para colmo, en nuestra mente teníamos la duda de dónde íbamos a dormir porque el warmshowers al que habíamos solicitado alojamiento en Havelte un par de días atrás no daba señales de vida. Buscamos sobre la marcha un camping y encontramos uno un poco antes de Havelte. Teniendo en cuenta que las previsiones de lluvia iban a ser mucho mejores a partir de hoy nos dirigimos hacia él. Era tarde, así que me adelanté yo y cuando llegué al camping resultó que ya no lo era porque hacía tiempo que no tenía licencia. Pensando en cómo iba Ire se me cayó el mundo encima pero no había muchas opciones más que deshacer el camino andado e ir a otro pequeño camping que habíamos visto unos 5 kilómetros atrás. Eso hicimos sin darle más vueltas. Al llegar, el pequeño camping de Smilde nos encantó, sobre todo porque tenía muchos animales: cabras, caballos, conejos. Además, las instalaciones estaban muy limpias y contaba con una zona a cubierto para poder cenar.
Repuestos del accidentado día, nos acostamos con un fresquito muy rico y el sueño nos invadió casi nada más cerrar los ojos. No es de extrañar después de tanta aventura…
¡Ahora toca pasar página y esperar a ver lo que el día siguiente nos depara! Que de momento, está de lo más interesante, jejeje. ¡Hasta la próxima CicloTravelers!
Etapa 14 – De Smilde a Zwolle (58,1 km)
En el mini camping Wolvenhoeve durmimos todos de maravilla. Viajar en bici te hace que cada noche cojas el sueño nada más ponerte en horizontal.
Como no teníamos nada para desayunar decidimos que uno se acercara con la bici hasta el supermercado más cercano (a 3 km) para comprar algo mientras el otro iba desmontando la tienda y recogía todo.
A Ángela, Miguel y a mi nos tocó darle a los pedales. Compramos unos ricos croissants que nos darían energía para empezar el día con fuerza. Los peques aprovecharon hasta el último segundo para jugar con los animales de la granja y los juguetes que había en el camping.
La sensación de libertad que tienen en estos sitios es fantástica.
Esperamos a que el sol secara bien la tienda del relente que había caído durante la noche. Así que nos pusimos en marcha algo tarde para el horario holandés pues ya eran las 11 de la mañana cuando arrancamos. Lo bueno es que las previsiones de tiempo eran favorables. Teníamos por delante una ventana de buen tiempo y eso aquí es como estar de vacaciones, mola un montón, ¡je, je, je!
La etapa transcurrió muy tranquila. Parece que el sol nos animó el día. A buen ritmo llegamos a la localidad de Meppel. Comimos unos sándwiches tirados a las afueras y seguimos camino sin desviarnos demasiado de la carretera principal. Un carril bici casi sin tráfico, nada que ver con los de la costa del Mar del Norte, nos permitió ir en paralelo mucho tiempo. Los peques disfrutaron bastante de diversos juegos y de ir corriendo a ratos. Sí, esa es la nueva distracción que se le ha ocurrido a Ángela. Ejercicio van a hacer, eso sí.
En Hasselt entramos al pueblo. Típica localidad adoquinada con muchos barcos atracados en el puerto y decorada para la fiestas aunque no se veía demasiado ambiente. De todas formas, en esta parte del país se percibe menos alegría y la gente es menos simpática, menos amable. Da la sensación de que en general va todo el mundo a su aire.
Bueno, aprovechando el buen tiempo y que en Zwolle había varios campings pusimos rumbo a uno de ellos. Como ya nos pasara con antelación, justo antes de llegar al camping nos encontramos con un canal cuya única forma para cruzarlo era una balsa donde un hombre, tirando de un cable anclado al otro lado del canal y por unos pocos céntimos, te cruzaba. Según nos contó el señor, él era el último ferri manual de Holanda. La verdad es que fue una sorpresa muy agradable llegar así al camping.
Como de costumbre, la llegada a un sitio de acampada es siempre una liberación para los peques. Después de una larga jornada en bici necesitan liberar energía. Se pusieron hasta arriba de arena y agua, así disfrutaron de lo lindo. Luego, tocó ducharse a todo el personal y buscar algún sitio para cenar. Hoy nos apetecía echar a algo diferente al estómago. Sin embargo, tratar de cenar en los Países Bajos a las 21:00 de la noche es como tratar de hacerlo en España a las 2:00 de la madrugada. El sitio que había junto al camping estaba cerrado. Las chicas que estaban recogiendo el local nos vendieron un litro de leche por el módico precio de 3 €. Tras preguntarles por algún sitio dónde pudiéramos encargar algo para que nos lo trajeran. Pedimos unas pizzas a domicilio que nos supieron a gloria.
Antes de irnos a dormir pensamos que mañana, según se levantara Álvaro deberíamos ir al médico en Zwolle porque el culete no mejora mucho y, aunque él no se queja porque es un todo terreno, no queremos que se le complique y vaya a más. A ver cómo pasa la noche.
Y este fue nuestro día. Una etapa tranquila y relajada que hemos disfrutado gracias al buen tiempo. La lluvia es un factor que sin querer nos ha ido condicionando bastante hasta ahora, así que habrá que aprovechar la presencia del sol en los próximos días para relajarnos y disfrutar del entorno. Mañana, según veamos lo de Álvaro iremos o no hacia Apeldoorn. Pero eso ya es anticiparnos demasiado al futuro, Jejeje.
¡Hasta mañana CicloTravelers!
Etapa 15 – De Zwolle a Spekhoek (50,7 km)
Amanecimos en Zwolle con la intención de acercarnos, como fuera, a un médico para que viera a Álvaro. Nos daba miedo que los eritemas del culete se le infectaran. Así que recogimos nuestros enseres bastante rápido, todo lo rápido que se puede recoger una tienda de campaña con 5 personitas dentro.
Desayunamos a cubierto junto a los baños del camping y sobre las 10:30 estábamos en recepción preguntando por un médico. Nos dieron las indicaciones y allá nos fuimos.
El centro de salud estaba en una residencia de ancianos y no se parecía en nada a los que tenemos en España. La verdad es que temíamos eternizarnos con esta visita al médico pero, en algo menos de una hora, ya nos habían visto. Parece que la humedad, el pañal e ir todo el día en el carro le han producido a Álvaro hongos. Una pomada antimicótica y ya.
Salimos del centro bastante más tranquilos porque de la evolución del peque depende el desarrollo del resto viaje, está claro, y parece que va mejor.
Lo maravilloso de los Países Bajos es que en cualquier momento puedes coger un tren y regresar a casa. En todos los trenes hay vagones especiales para transportar las bicicletas. ¡¡Eso sí que es desarrollo!! Otro tema aparte fue lo de la farmacia. Llegamos a estar en el mostrador cerca de una hora para que nos dieran la pomada. Menos mal que estábamos solos porque de lo contrario habríamos estado allí dos o tres horas más. La cantidad de registros y pegatinas que le ponen a cada medicamento que dan es alucinante. En este caso prefiero la agilidad española, de verdad.
Bueno, con todo el lío de los médicos se nos hizo la hora de comer. Así que decidimos ir a un parque y preparar unos deliciosos macarrones a la carbonara mientras los peques se divertían en los columpios. Un chico muy amable y amante de los viajes en bici se nos acercó y estuvo charlando con nosotros. Fascinado por cómo viajábamos con tres niños nos estuvo indicando, les dio caramelos a Ángela y a Miguel y nos hizo el favor de llenarnos las botellas de agua. Siempre da gusto conocer a gente maja.
Casi a las 15:00 nos pusimos en marcha. Quizás hoy hubiera sido mejor quedarnos en Zwolle pero la realidad es que no lo hicimos. En Apeldoorn nos esperaba una warmshower así pusimos rumbo a su casa. La ruta fue preciosa durante los primeros 20 kilómetros. Por medio del campo un carril bici serpenteante se abría camino entre canales, plantaciones de maíz y pueblos a lo lejos.
Por contra, la última parte del recorrido hasta Deventer lo hicimos junto a una carretera nacional y el ruido de los coches, al que ya no estamos acostumbrados, nos resultó bastante desagradable. Nos costaba incluso hasta oírnos a nosotros mismos. Conforme avanzábamos nos íbamos dando cuenta de que la llegada a Apeldoorn se retrasaba en exceso.
El día había sido largo así que decidimos cambiar de destino y buscar un camping antes. Cuando estábamos a punto de llegar, a escasos 1,5 km, le preguntamos a una familia que paseaba con su hija y sus 4 perros por el campo. Y cuál fue nuestra sorpresa cuando nos dijeron que éste debía de ser el único camping en el mundo en el que no admiten niños. Después del día que llevábamos, que a las 19:00 de la tarde te digan eso es duro. Muy duro. Pero lo maravilloso de los viajes en bicicleta es que, de repente, suceden cosas… la familia a la que le preguntamos nos ofreció acampar en su casa. Irene y yo nos miramos y con una súper sonrisa en los ojos les dijimos que estaríamos encantados.
La familia de Claudia se desvivió por echarnos una mano. Nos duchamos en su casa, nos dieron la wifi y hasta nos dejaron un candil para iluminarnos. Los peques jugaron con varios coches que les sacaron y con los perros de la casa.
Un día duro terminó de la mejor manera posible, sintiendo que en el mundo hay gente fantástica encantada de poder ayudar a los demás. Es difícil de expresar las sensaciones que se te agolpan por dentro cuando te ocurren situaciones así. Y más cuando no lo esperas y quien te acoge en su casa no sabe absolutamente nada de ti. Pero es maravilloso.
No sé si los peques sabrán apreciar y valorar estas pequeñas cosas cuando sean mayores pero desde luego los viajes que hacemos creemos que son la mejor forma de acercarles a esta realidad.
Con algo de frío nos metimos todos en el saco y un plácido sueño se apoderó de todos nosotros casi sin darnos cuenta. Mañana no sabemos todavía a dónde iremos… pero el viaje lo dirá.
¡Hasta mañana CicloTravelers!
Etapa 16 – De Spekhoek a Ede (50,2 km)
Hoy ha sido un día fantástico. El buen rollo y la buena energía que nos generó la generosidad de Ruud y Claudia al ofrecernos su casa se mantiene intacta dentro de nosotros. Aunque el canto de los gallos nos despertó bastante temprano, todos descansamos muy bien anoche.
Además, como plantamos la tienda debajo de un roble, el rocío de la mañana no nos la ha mojado y recogerla ha sido coser y cantar. A primera hora Ruud nos ha ofrecido café con leche y no hemos podido rechazar la oferta porque, según nos ha contado, su cafetera es del año 1961. No entiendo nada de cafeteras pero, al parecer, es el Rolls Royce de las máquinas de café. Así que nos hemos metido al cuerpo un par de cappuccinos verdaderamente deliciosos.
Después de recogerlo todo en tiempo récord nos hemos sentado tranquilamente con él en el jardín. Y mientras disfrutábamos de los primeros rayos de sol hemos tenido una conversación muy interesante sobre la educación de los niños, sobre política y sobre la vida. Qué persona más interesante y qué suerte haberle conocido. Desde ya aquí hay una bonita amistad.
El ser humano es un animal social al que le encanta ayudar. Las hormonas de la felicidad se disparan cuando sentimos que estamos haciendo felices a los demás. El problema es que hoy en día vivimos encerrados en nosotros mismos y no sabemos ni pedir ayuda, ni muchas veces tampoco darla. El miedo al y a lo desconocido… siempre el miedo.
En fin, nos despedimos de Ruud con un sincero abrazo y, como no podía ser de otra manera, le invitamos a visitarnos en Madrid cuando quieran. Nuestra casa es su casa.
Empezamos la etapa del día sabiendo que en Apeldoorn había un parque de atracciones. Hace días lo habíamos visto en un folleto que cayó en nuestras manos. Así que como no teníamos un destino prefijado nos fuimos para allá porque seguro que a los peques les haría ilusión. Después de unos 17 km llegamos al Juliana Toren Park. Los peques estaban emocionados solo de pensar en las atracciones y nosotros también, para qué negarlo.
Nada más llegar no quisieron dejarnos entrar con nuestro trailer en las instalaciones pero la buena mano de Ire hizo que finalmente accedieran. Hubiera sido un fastidio quedarnos en la misma puerta sin poder entrar con tanta ilusión contenida. Una vez dentro del parque os podéis imaginar. Norias, montañas rusas, toboganes, casas del terror,… nos dejamos alguna atracción sin probar pero lo pasamos los cinco de miedo. Creemos que este va a ser uno de esos recuerdos imborrables de la memoria de los peques. Por inesperado, por divertido y por especial.
Sobre las 15:30 abandonamos el parque con la adrenalina por las nubes. Miramos el mapa y pensamos ir hacia Ede. En este pueblo vive el cuñado de Ruud y nos ha ofrecido, al igual que hizo él y su familia, su casa. Sin embargo, aunque consideramos aceptar la invitación finalmente acabamos en un camping maravilloso en medio del bosque. Necesitábamos hacer la colada como fuera y sabíamos que este camping tenía lavadora y secadora. Ni mil palabras más.
Toda la ruta de hoy ha ido pegada al Parque Nacional Hoge Veluwe pero la parte más bonita ha sido la salida de casa de Ruud y la llegada al camping Zuid Ginkel. Gran parte del recorrido lo hemos hecho por bosques y pequeños carriles bici que serpenteaban abriéndose paso entre los árboles. Las únicas cuestas que hemos tenido en todo el viaje han sido las de esta etapa. Y digo cuestas por decir algo porque comparado con España han sido “pequeños desniveles del terreno”, ¡¡ja, ja, ja!!
A la llegada al camping ha sido gracioso porque somos la única tienda de campaña. Todo lo demás son caravanas y furgonetas. Así que cuando nos han visto llegar, todo el mundo se nos ha quedado mirando como bichos raros. Viajando con tres niños, en bici y con tienda. Estos españoles están mal de la cabeza… no saben que aquí llueve. Pero se equivocan porque lo saben de sobra, jajaja!!
Ducha calentita, colada, cenita y a dormir que hoy ha sido un día de muchas emociones.
Y hasta aquí por hoy CicloTravelers. A ver mañana qué nos depara el día. ¡¡Vamos rampimundis!!
Etapa 17 – De Ede a Meteren (50,3 km)
El día de hoy comenzó comprobando que el programa de la secadora que elegimos la noche anterior no fue el más adecuado. Toda la ropa que lavamos ayer estaba todavía húmeda. Así que no nos quedó más remedio que volver a secarla. A la chica de la recepción le caímos simpáticos desde el primer momento y cuando le contamos lo que nos había pasado, amablemente nos regaló una nueva ficha para la secadora.
Los pequeños gestos de la gente con la que te vas encontrando por el camino, las muestras de cariño, de amabilidad se sienten de manera diferente cuando llevas muchos días viajando en bicicleta. Aquí, los detalles te facilitan o te complican enormemente la vida.
Tras despedirnos de nuestros vecinos franceses. Los de la parcela de al lado. Una pareja encantadora con su caravana. Emprendemos nuevamente camino en dirección a Breda pero sabiendo que tendremos que detenernos a medio camino por la distancia que todavía nos separa de la “pictórica ciudad”. El lugar donde finalizar la etapa dependerá de que alguno de los warmshowers a los que les solicitamos ayer alojamiento nos pueda acoger. Mientras tanto, vamos saboreando de manera especial los primeros kilómetros del día porque la ruta transcurre por zonas muy tranquilas. El paisaje ha empezado a cambiar un poco y lo que antes eran maizales, ahora son plantaciones de árboles frutales. Perales, manzanos y ciruelos son los que en su lugar cubren grandes extensiones de terreno.
A medio camino nos detuvimos frente a un puesto de fresas, frambuesas y ciruelas al pie de la carretera. Decidimos comprar un poco de todo. Estaba todo muy rico pero las fresas nos dejaron alucinados. Quizás sean las mejores que hemos probado en mucho tiempo. Y no es porque con la bicicleta todo sepa mejor, que también, es que el sabor era deliciosamente intenso. Tanto nos gustaron que nos terminamos la caja entera delante mismo del puesto y volvimos a comprar otra para la cena.
Por suerte, a media mañana nos respondieron los dos warmshowers a los que pedimos alojamiento cerca de Zaltbommel. Nos tocó elegir y nos decantamos por Nils. Un chico apasionado por los viajes en bicicleta que nada más llegar ya nos tenía preparada una cena deliciosa. Compartimos la mesa con su mujer Wieke, sus dos hijos pequeños y el novio de ésta, Peter. Según nos cuentan tienen una relación abierta… mola esta naturalidad.
En cualquier caso, para abrir tu casa a una pareja con tres niños (5 personas) tienes que estar hecho de una pasta especial o haber viajado mucho en bicicleta. Nunca dejará de sorprendernos la facilidad que estamos teniendo para que nos acojan con los peques. Algunos solo nos pueden dejar plantar la tienda en su jardín por falta de espacio para dormir los 5 dentro, pero todos han hecho lo imposible por hacernos sentir como en nuestra propia casa. Es cierto que así tratamos de hacerlo nosotros también cuando acogemos cicloviajeros en Madrid pero parece que todo se ve de otra manera cuando la hospitalidad la recibes tú.
Parte del equipo CicloTraveling rampimundi se fue a dormir bastante pronto. Nils y yo nos quedamos planificando la ruta del día siguiente hasta Breda en el ordenador y charlando, con una cerveza entre las manos, de nuestros viajes pasados y futuros, de las bicicletas con las que soñamos y de todo un poco. Posiblemente mañana Nils nos acompañe durante parte de la ruta. Será genial poder compartir algo más de tiempo con él.
Pero todo esto lo dejo para cuando amanezca… ahora los ojos se me cierran sin remedio. ¡Hasta mañana CicloTravelers!
Etapa 18 – De Meteren a Breda (56,9 km)
La noche en el salón de la casa de nuestros anfitriones warmshowers no fue demasiado buena. Nos repartimos entre el suelo y el sofá pero a Álvaro le costó dormir, así que Ire y yo no pegamos ojo. El pequeño Teddi, el perro de Nils, nos hizo compañía durmiendo a nuestros pies tan ricamente.
Aún así, al final del día estás tan cansado de estar toda la jornada con actividad, que duermes en cualquier situación. Y aunque nos despertáramos varias veces de madrugada agotados creo que sí que pudimos recuperar fuerzas.
Viajar como lo hacemos nosotros te enseña a valorar mucho lo que tienes y lo que te ofrecen. Te permite conocer cuáles son los códigos y formas de hacer en cada país y dentro de cada familia. Y evidentemente te abre la mente y te hace ser más tolerante con todo el mundo.
A las 7:30 estábamos todos en pie porque la hija mayor de Nils tenía que ir al cole. Aquí en los Países Bajos hay tres regiones educativas y cada una tiene periodos vacacionales diferentes para evitar que se saturen los servicios de un país tan pequeño. Está bien pensado, ¿no?
Desayunamos todos juntos un desayuno potente. Nils sabe lo que necesita un cicloviajero para empezar el día y nos llenó la mesa con yogur, cereales, pan, crema de chocolate, zumos. Una gozada poder desayunar así.
Con algo de retraso respecto a lo previsto el día anterior, sobre las 9:30, estábamos preparados para hacer la larga etapa hasta Breda. Nils padre y Nils hijo (solo va un par de mañanas al cole porque tiene 3 años) nos iban a acompañar unos 23 km, así que también estaban preparados. Todos juntos comenzamos la etapa guiados por nuestro anfitrión. Charlando tranquilamente y disfrutando mucho de poder ir con un “guía local” conocimos algunas localidades cercanas como Wasrdemburg y la ciudadela de Zaltbommel. Pueblecitos empedrados que guardan el sabor de muchos años de historia.
Hoy había que utilizar en dos ocasiones los servicios de los pequeños ferris para cruzar dos canales. En el primero de ellos, antes de cruzar al castillo de Nederhemert paramos para tomar algo y allí nos despedimos de los dos Nils agradeciéndole, al mayor, toda la ayuda prestada y la hospitalidad con la que nos acogieron él y su familia. A partir de ese punto fuimos siguiendo la ruta trazada de forma muy tranquila. De hecho, a Ángela y a Miguel se les ocurrió la idea de ir los dos en la bicicleta que remolco yo cuando Ángela no pedalea sola. Y así fuimos hasta el final de la etapa… ¡no querías peso, pues toma dos hijos, jajaja! Casi 40 km así. Ellos tan felices. No pararon ni un minuto de cantar, reir y jugar.
Un gustazo verles disfrutando tanto juntos. Cualquier excusa es buena para inventarse situaciones nuevas y el viaje se presta a eso. Pasar 24 horas con los enanos es maravilloso porque te une muchísimo a ellos. Vivir la cotidianidad, las cosas más sencillas del día a día es genial. Como os podéis imaginar hay muchos momentos de conflicto pero la mayoría son relacionados con el cansancio y la necesidad que tienen de correr y expresarse. De todas formas, Ire y yo nos hemos dado cuenta de que conforme ha avanzado el viaje la relación entre hermanos y con nosotros ha ido a mejor. Es como si el tiempo de adaptación al viaje ya hubiera pasado hace días.
Al ser fin de semana encontrar alojamiento en la plataforma warmshowers es difícil porque la gente se suele ir al campo. Así que a 30 km de Breda decidimos buscar algún camping. El que encontramos nos pillaba de paso aunque se quedaba a 10 km de la ciudad. Lo que iban a ser unos 65 km se nos quedó en 56 que siempre es una alegría, aunque al día siguiente haya que recuperarlos.
El camping al que llegamos sobre las 17:00 es el Natuurkampeerterrein De Duiventoren, en la localidad de Dorst. Un sitio que nos encantó por peculiar y curioso. El ambiente era muy hippie, con muchísimos niños jugando por todos sitios. Huertos a la entrada con gente cultivando la tierra. Parcelas no muy definidas con estructuras de metal para hacer fuego. Una charca donde se bañaban animadamente muchos niños. Hasta había una reconstrucción de una Yurta (casa típica de la estepa de Mongolia) con todo lo necesario para que cada uno se preparara su desayuno, jugara a juegos de mesa o se refugiara de la lluvia. Un sitio súper agradable y muy recomendable si vas con niños.
Además, como llegamos pronto, lo peques tuvieron tiempo de sobra para desfogarse y jugar a tope. Nos duchamos en la zona para familias. Esto está genial y lo tienen muchos campings. Son baños algo más grandes y separados del resto para que se puedan asear con más comodidad las familias con niños. Y a nosotros nos sobran niños así que nos viene siempre de maravilla.
Y tras el aseo pertinente, preparamos unos ricos macarrones al pesto, encendimos el fuego, nos echamos unas risas en familia. A las 22:15 estábamos todos dormidos.
El viaje va tocando a su fin. Mañana cruzaremos a Bélgica para llegar a Amberes y, si nada lo impide, el domingo estaremos entrando en Gante. La ciudad de la que partimos hace ya unos 1000 km y muchos días. Parece increíble de lo que uno es capaz de hacer con sus propios medios y su ilusión, ¿verdad?
En fin, mañana más CicloTravelers que hoy tengo mucho sueño. Buenas noches y felices sueños cicloviajeros.
Etapa 19 – De Breda a Amberes (69,2 km)
La penúltima etapa de nuestro viaje en bicicleta por los Países Bajos y Bélgica ha sido una larga delicia aunque, como no podía ser de otra manera, al final tuvo un poco de lío de más…
La racha de buen tiempo que nos lleva acompañando desde hace ya muchas jornadas nos está ayudando mucho. De hecho, a Miguel ya se le han olvidado los días chubasquero y dice que en los Países Bajos no llueve. ¡Bendita memoria del instante presente, jejeje!
Amanecimos sintiendo que habíamos descansado bastante bien. Desmontamos el campamento y preparamos el desayuno en la Yurta que había en aquel camping tan especial.
A las 10:00 estábamos listos para partir. Aunque hoy hizo bastante calor, la llegada a Bélgica nos ha encantado. Toda la primera parte del día pedaleamos por frondosos bosques de robles y hayas. Senderos donde apenas cabíamos. Algunos tramos, incluso, por pistas sin asfaltar, lo que siempre hace más bonita la etapa. Las sensaciones es que esta parte tiene mucho encanto.
Además, cuando llevábamos a penas 20 km de recorrido apareció ante nosotros, justo al salir del bosque, una preciosa crepería. Como no podíamos abandonar los Países Bajos sin probar sus deliciosos pannenkoeken hicimos un alto y dimos muy buena cuenta de ellos. Deliciosos, de verdad. Los crepes es una debilidad que guardo de cuando era niño e iba con mi abuelo Miguel a ponerme morado en una pequeña crepería que había en Murcia. Así que además de ricos, a mi me han traído muy buenos recuerdos.
La etapa sabíamos que iba a ser larga y contábamos con ello. De hecho, el tramo de más de 20 km que hay que hacer junto a la N-1 se hace interminable. Sin embargo, el viaje se nos ha metido dentro y ya avanzamos casi sin pensar. El problema surgió cuando, a escasos 3 km del camping que habíamos buscado en Amberes, se nos ocurrió comprobar en internet su ubicación y nos dimos cuenta de que nos habíamos equivocado. Lo que pensábamos que era un camping en realidad era una tienda de camping y aventura… errores que a veces se cometen por no pararse a mirar con detenimiento las cosas. Mea culpa, lo reconozco. Lo que eran 3 km para llegar (15 minutos) se convirtieron en 10 (1 hora larga) porque, además, toda la zona de Amberes por la que entramos estaba en obras. Pero obras faraónicas que nos obligaron a dar grandes rodeos y nos dificultaron mucho la orientación.
Cuando esto ocurre después de un día de mucho calor y 60 km en las piernas podéis imaginar que te toca las narices. Pero como siempre digo aquí cuando alguien se queja del mal tiempo en los Países Bajos “this is part of the game”. Y aquí no terminó la cosa. Cuando parecía que teníamos el camping a tiro de piedra, pues solo hacía falta cruzar un gran canal, vimos que no había puente para atravesarlo. Nos paramos, miramos el Google Maps y las indicaciones parecían señalar con claridad que desde donde estábamos se debería poder cruzar por un puente. Será el cansancio o que no miramos hacia donde tenemos que mirar. Tras un rato dándole vueltas al final preguntamos al único chico que no sabía inglés de todo Amberes. El pobre, como pudo, se hizo entender y nos señaló que aquel canal se cruzaba por un túnel subterráneo. Para ello, teníamos que bajar por un ascensor que se encontraba en el edificio que teníamos justo detrás de nosotros. Ya podrían poner un cartelito, ¿no?
En fin, llegamos al único camping real que hay en Amberes. Eran ya las 19:30 así que en la recepción no había nadie. Llamamos a los teléfonos que había en la ventanilla de información pero no hubo suerte. Como de allí no nos íbamos a ir decidimos plantar la tienda y mañana veríamos. El camping de Molen no es, ni de lejos, el mejor camping del mundo. De hecho, es el peor en el que hemos estado, pero está prácticamente en el centro de la ciudad y no seremos nosotros los que se quejen por dormir en cualquier lado siempre que haya una ducha calentita cerca.
Los peques prepararon una rica ensalada y nosotros hicimos unos huevos revueltos. Y con el eco de una fiesta lejana nos dispusimos a dormir para reposar toda la aventura de este intenso día.
Mañana tenemos otros 60 km hasta Gante donde seguro se nos juntarán un montón de emociones. Los viajes en bicicleta que hacemos pasan casi sin darte cuenta. Y cuando te sientas a repasar lo vivido simplemente alucinas.
Todas estas crónicas seguro que nos sirven para revivir muchos momentos de esta pequeña aventura en familia…
¡Hasta mañana CicloTravelers!
Etapa 20 – De Amberes a Gante (62,3 km)
Amanecimos en Amberes después una noche con fiesta en la ciudad. Hasta las tres de la madrugada estuvimos escuchando música a lo lejos. Estar en un camping de ciudad tiene estas cosas: estás cerca del centro pero también tienes los ruidos de la urbe. En cualquier caso, pudimos descansar que era lo importante. Nada como llevar siempre unos buenos tapones en el equipaje.
Los peques se despertaron como de costumbre, sobre las 7:20 felices y con muchas ganas de jugar. Preparamos el desayuno y compartimos charla con diversos vecinos del camping que se nos acercaban curiosos. El uno había hecho el Camino de Santiago hacía un par de años, las otras nos habían visto el día anterior cuando llegamos y dos chicos de unos 16 años estaban viajando de Ámsterdam a París. Con todos compartíamos el amor por los viajes en bicicleta. Entre los cicloviajeros siempre se establece una comunicación especial. Quizás por eso funciona tan bien la plataforma Warmshowers.
A las 10:00 estábamos en la recepción del camping dispuestos a explicar que el día anterior habíamos acampado sin registrarnos porque no había nadie cuando llegamos. Sin embargo, en la garita seguía sin haber un alma a quien contarle nuestras penas. Tan solo unos señores que se querían marchar y necesitaban que les devolvieran la fianza del adaptador de la toma de corriente andaban por allí a esas horas. Esperamos hasta las 10:30 y finalmente nos marchamos sin pena ni gloria y sin poder pagar.
Desde primera hora de la mañana ya sabíamos que iba a hacer calor. Y vaya si lo hizo. Tal vez esta haya sido la etapa en la que más hemos sudado. Además, los primeros 21 km los hicimos junto a la N-70 y el tráfico de los coches no ayudó mucho para mitigar las altas temperaturas. A partir de ese punto y tras haber comido algo, decidimos salirnos de la carretera nacional aunque eso implicara alargar la etapa. Y la decisión fue la acertada porque pudimos pedalear con mucha más tranquilidad y la sombra de los árboles se agradeció como el agua de Mayo.
Conforme nos acercábamos a Gante, un montón de sensaciones se nos iban agolpando en la cabeza. Imágenes de estos 20 días de viaje. Rostros de gente estupenda con la que hemos compartido pequeños y grandes momentos. Situaciones que nos han puesto a prueba y otras que nos han llenado de alegría. En fin, muchas emociones que ahora iban reapareciendo poco a poco.
La aproximación a nuestro destino por el río Escaldas fue todo un regalo. Un paisaje de campos preciosos regados por numeroso ciclistas que paseaban al atardecer nos fue acercando a la preciosa ciudad que nos vio partir hace 20 días. Si Gante ya tenía mucho significado para mí, ahora adquiría un valor extra por todo lo vivido.
Redujimos el ritmo para saborear la entra a la gran ciudad. Ire y yo nos tomamos de la mano y, sin creérnoslo todavía mucho, nos sonreímos diciéndonoslo todo.
Nuestro amigo Dieter salió a nuestro encuentro para darnos la bienvenida. Fue como llegar de nuevo a casa. Qué bien sienta. La merecida ducha nos supo a gloria. Cenamos todos juntos unos riquísimos espaguetis que nos preparó Dieter y tras charlar un rato nos fuimos a dejar que el sueño pusiera en orden todas las imágenes del viaje.
Mañana pasearemos tranquilamente por Gante para volver a saborear todo su encanto. Lo bueno de viajar es que cada vez que regresas a un lugar eres una persona ligeramente diferente. Nuestro viaje ya nos ha cambiado. Acabamos de escribir una nueva página del libro de nuestras vidas. Trataremos de seguir llenando de historias ese maravilloso libro con la misma pasión e intensidad con que lo hemos hecho hasta ahora.
En fin, gracias a todas esas personas que han hecho posible un viaje tan mágico. Los paisajes han sido preciosos pero para nosotros los que realmente definen esta aventura han sido todas y cada una de las personas que se han cruzado en nuestro camino:
Dieter, Nacho, Claudia y Julie, Monique, Isabelle, Stijn, Hannes, Ella y Zita, Carine y Derek, Froukje y Paul, Teun y Gonni, Gijs y Johanna, Silvia, Laura, Freddy y Jordi, Nils, Wieke y Peter, Ruud y Claudi,… y muchas otras que sin poder ponerles nombre ahora mismo estuvieron ahí.
Y, por supuesto, gracias a todos los que nos habéis transmitido vuestro cariño desde las redes.
Siempre tuvimos la sensación de ir acompañados en todo momento. Besos para todos y hasta mañana CicloTravelers.
La aventura continúa.
¡Hasta pronto CicloTraveleres!