Cerdeña y cicloturismo, ¿por qué no?
Si juntamos Cerdeña y cicloturismo nos sale un viaje fantástico. Y es que junto a la costa occidental de Italia se encuentra la isla de Cerdeña, una de las más grandes y bonitas de todo el mar Mediterráneo. Con una extensión de unos 24.000 km cuadrados, cuenta con una diversidad de paisajes fantástica que hacen de ella un destino perfecto para hacer cicloturismo y recorrerla en bicicleta: playas de arena blanca, acantilados imponentes, montañas que se alzan sobre el mar hasta los 1.834 m de altura (Punta La Mármora), bosques verdes y frondosos, ríos, lagos. En su conjunto, la isla es un paraíso para dar rienda suelta a los sentidos.
Pero lo más especial de Cerdeña, como pasa en prácticamente todas las partes del mundo que uno visita, son sus gentes. En este caso, los sardos son personas de trato afable, muy hospitalarios y alegres. Nuestra experiencia, que ahora os resumiremos, fue sencillamente maravillosa.
Preparativos
Nuestra manera de viajar por el mundo deja siempre mucho espacio para la improvisación y la sorpresa. Nos gusta sentir que todo puede pasar y que nada de lo que nos va a suceder lo conocemos de antemano. En CicloTraveling somos así. De hecho, siempre hemos viajado de esta manera y no ha habido un viaje del que hayamos regresado sin una sensación maravillosa en nuestro interior. Y el caso de Cerdeña no fue una excepción.
Lo único que realmente planificamos fue el vuelo de Gerona a Alghero, la logística en Barcelona con las cajas para las bicis y el transporte en autobús desde Barcelona a Gerona. La verdad que atravesar Barcelona en metro con las bicicletas embaladas fue toda una odisea… El resto del viaje fue surgiendo conforme íbamos avanzando.
El viaje
Al aeropuerto de Fertilia (Alghero) llegamos a las doce y media de la madrugada, después de tres horas de retraso en el de Gerona. Allí mismo, en el aeropuerto, descargamos las cajas en las que iban nuestras bicis y todo el equipaje con el que viajábamos y nos pusimos a montar las bicicletas ante la atenta mirada del resto de viajeros que, podéis estar seguros, nos tomaron por locos.
En un rato todo estaba listo para emprender nuestro viaje. A esas horas de la madrugada debíamos buscar un lugar para pasar la noche, así que pronto, sin pensar mucho, nos detuvimos en un terreno apartado de la carretera y plantamos la tienda. Serían ya las 2:30 de la madrugada.
A la mañana siguiente, la sorpresa fue mayúscula cuando nos dimos cuenta de que habíamos pasado la noche en medio de un huerto particular. La imagen, al sacar la cabeza de la tienda y ver todo verde, fue fantástica. Recogimos todos los bártulos y marchamos para Alghero.
Las etapas
En Alghero preguntamos en un bar por los lugares a los que ir y un señor muy amable nos indicó que hacia el sur encontraríamos el pueblo de Bosa y que nos gustaría mucho así que, de esta manera, empezó nuestro viaje: de Alghero a Bosa.
Etapas | Distancia
(km) |
Desnivel
(metros) |
Pend. Media
(%) |
Pend. Máx.
(%) |
Fertilia – Alghero – Bosa | 63,0 | 817 | 4% | 10% |
Bosa – Burgos | 79,8 | 1351 | 3% | 13% |
Burgos – Tula | 75,9 | 964 | 3% | 12% |
Tula – Castelsardo | 61,6 | 972 | 4% | 11% |
Castelsardo – Stintino | 63,9 | 382 | 2% | 9% |
Stintino – Capo Caccia | 63,2 | 588 | 3% | 10% |
Capo Caccia – Alghero – Fertilia | 40,0 | 385 | 3% | 10% |
PROMEDIOS | 63,9 | 779,9 | 3% | 11% |
TOTALES | 447,4 | 5459,0 |
Etapa 1. Alghero – Bosa
El camino de Alghero a Bosa transcurre por una carretera bien asfaltada con poco tránsito de vehículos y junto al mar. Todo el trayecto estás contemplando el mar. Nosotros tuvimos la suerte de hacer este trayecto a media tarde, lo que nos permitió contemplar uno de los atardeceres más bonitos que jamás hemos visto. Así, el trayecto resultó ser muy agradable, pero no os voy a mentir si os digo que también fue algo rompepiernas por las constantes subidas y bajadas de la propia carretera. En cualquier caso, las vistas bien merecieron la pena.
En Bosa, después de haber dormido la noche anterior en medio de un huerto, consideramos que nos merecíamos, cuando menos, una buena ducha, así que buscamos un hostal por 45€/noche con desayuno incluido y nos dimos un merecido homenaje. El viaje comenzaba bien…
Etapa 2. Bosa – Burgos
En Bosa preguntamos por el siguiente destino, pero las respuestas de los lugareños no acabaron de convencernos, así que decidimos empezar a andar y decidir por el camino. Como primer destino nos dirigimos a Bosa Marina, en la costa, y nos encantó. Bosa Marina resultó ser un pueblecito de pescadores precioso, con un encanto muy especial. De allí, tomamos, todavía no sabemos por qué, el camino interior, subiendo primeramente un puerto de montaña bastante largo, hasta Suni, y de ahí continuamos hasta la localidad de Burgos, caracterizada por estar en lo alto de una colina que destacaba sobre el horizonte.
Aquella etapa hay que reconocer que además de larga fue bastante dura, así que necesitábamos descansar bien. El problema fue que, al llegar a Burgos, nos encontramos con que no había ningún hostal, hotel ni nada que se le pareciera. Yo anduve un buen rato localizando casas en obras y lugares donde poder pasar la noche, pero es cierto que se hacía bastante imperioso pegarse una buena ducha. Había atardecido así que, antes de entrar en crisis, decidimos tomarnos un chocolate caliente en un bar y, allí, mientras saboreábamos aquella deliciosa bebida, Irene sacó todo su encanto y se puso a preguntar a la gente del bar por alternativas para pasar la noche. De repente, los unos empezaron a hablar con los otros, los otros con los unos y, sin saber muy bien cómo, un señor se nos acercó y nos dio las llaves de una casa. Nos dijo que la casa no tenía nada, pero que podíamos pegarnos una ducha y dormir en cama. La única condición que nos puso fue que al día siguiente dejáramos las llaves debajo de un jarrón… Nos quedamos alucinados y, sobre todo, muy agradecidos por esa muestra de hospitalidad, confianza y solidaridad. Fue la primera toma de contacto con los sardos y, como veis, mejor impresión no nos pudimos llevar de ellos.
Etapa 3. Burgos – Tula
Después de dejar las llaves debajo del florero y de escribir unas palabras de agradecimiento para nuestro amigo, emprendimos camino hacia la localidad de Ittiredu, un pueblo muy bonito donde compramos algo para comer. En un prado nos hicimos unos bocatas de alucine, pero nuestro cuerpo lo agradece. Continuamos camino por carreteras comarcales hacia Ozieri, un pueblo bastante grande construido en la ladera de un valle y, de ahí, a Tula.
A Tula llegamos con poca luz, así que preguntamos por algún Agroturismo, alojamientos rurales en fincas agrícolas donde, además de pernoctar, te ofrecen probar los platos típicos de la zona. A unos dos kilómetros de Tula encontramos un Agroturismo regentado por una pareja adorable: Giovanni y Giovanna. Les dijimos que nosotros sólo queríamos cenar, ya que esa noche pensábamos dormir en la tienda de campaña. Al principio, se quedaron extrañados y nos tomaron por locos, pero al rato decidieron que eso de que durmiéramos por ahí tirados no estaba bien, así que nos invitaron a pasar la noche con ellos. La cena la preparamos todos juntos, les ayudamos a pelar las alcachofas, a hacer las galletitas al horno y disfrutamos de una velada verdaderamente maravillosa.
Etapa 4. Tula – Castelsardo
A la mañana siguiente, cuando nos levantamos, Giovanna no estaba en el Agroturismo, así que fuimos a Tula en su búsqueda, pues nos apetecía mucho hacernos una foto con ella como muestra de agradecimiento por el fantástico acogimiento que nos dieron en su casa.
De Tula pusimos rumbo al lago Coghinas. Subimos un puerto duro, pero sin problemas. A media subida nos cruzamos con la cartera local, la cual nos hace gestos para que paremos en el arcén de la carretera. Se bajó de su coche de reparto y nos dio unos pastelillos y un kilo de limones. Encantadora, nos dijo que nos había visto subiendo el puerto y que pensó que nos vendrían bien esos pasteles para recuperar fuerzas. Una vez más, la amabilidad y la hospitalidad de los sardos nos llegó al corazón.
La llegada a Castelsardo nos sacó del interior de la isla y nos llevó a una zona costera mucho más turística que todo lo vivido hasta ese momento. En el casco antiguo de Castelsardo encontramos un Bed and Breackfast (B&B) precioso. Nos dimos un homenaje cenando risoto en un restaurante de la ciudad y bajamos la cena con un paseo precioso por la zona amurallada del núcleo urbano.
Etapa 5. Castelsardo – Stintino
El desayuno en el B&B mirando al mar fue maravilloso. Montamos todo en nuestras bicis y regresamos a la tienda de la señora mayor que nos dio las señas del B&B para agradecérselo. De ahí, partimos rumbo a Puerto Torres. El camino hasta Puerto Torres nos pareció precioso, sobre todo por la belleza de la Marina de Sorso que es muy agreste, salvaje y solitaria.
De camino a Stintino, se nos metió algo de viento, posiblemente el Mistral, pero llegamos de maravilla para ver el atardecer. Cenamos en una pizzería y nos pusimos a buscar donde dormir, y encontramos un lugar que parecía idóneo (aunque al día siguiente descubrimos que estábamos junto al cementerio) para plantar la tienda. La noche la pasamos con un viento tremendo, que casi no nos dejó dormir.
Etapa 6. Stintino – Capo Caccia
Esa mañana amaneció menos ventosa que la noche anterior. El mar estaba en calma y los primeros rayos del sol nos dieron los buenos días. Desayunamos en el parque del cementerio y ,una vez recuperadas las fuerzas, pusimos rumbo al Capo Falcones. Una playa preciosa, la Pelosa, nos muestra la belleza de la isla. Un paseo precioso, un mar de mil colores y unas nubes cambiantes hacen del instante un momento muy especial.
De camino a Capo Caccia, el viento comenzó a soplar con mucha fuerza, lo que nos hizo sufrir de lo lindo sobre la bici. Con el cielo negro y las nubes amenazando tormenta, acabamos llegando a Porticciolo, un camping que estaba cerrado, pero con unas vistas alucinantes. Un poco más adelante nos encontramos con la Bahía de Porto Conte, un lugar con mucho encanto en el que descansamos un poco. Tras empezar a llover, nos vimos obligados a retroceder en nuestro camino para buscar un B&B. Duchita rica y buena comida por 60€/noche.
Etapa 7. Capo Caccia – Fertilia
Después de descansar un montón en el B&B, y aunque estaba lloviendo, pusimos rumbo a Capo Caccia. Al llegar al cabo, debido al estado del mar, no pudimos bajar a la cueva de Neptuno, así que hicimos las fotos de rigor y emprendimos camino hacia Maristela y Porto Conte. Todo el camino fue maravilloso, sobre todo por las fantásticas vistas a un mar embravecido, que rompía constantemente contra los acantilados.
En la playa de la Maristela nos detuvimos a comer y, lamentándolo mucho, tras la comida pusimos rumbo al aeropuerto de Fertilia. La suerte quiso que encontráramos unas cajas de bicicleta en la basura que, aunque algo pequeñas, nos sirvieron para empaquetar de nuevo nuestras bicis. Con un poco de maña, al final cupo todo.
Sensaciones
Como habéis podido comprobar, el viaje se escribió solo porque Cerdeña y cicloturismo maridan a la perfección. Nosotros simplemente nos dejamos llevar por nuestra intuición, por nuestras sensaciones y por los consejos de la gente con la que teníamos la suerte de encontrarnos. Cerdeña nos dejó un viaje fantástico en la memoria y, una deuda pendiente con el resto de isla que nos quedó por recorrer.
¡Hasta la próxima aventura, CicloTravelers!
Os dejamos un vídeo que hemos hecho para vosotros:
Y unas fotos: